jueves, 10 de septiembre de 2015

Laguna del Colibrí

No traje el canto de estas aves.
No surqué tu cielo en raudo vuelo.
Únicamente soy quien te contempla:
el aspirante a lo eterno, a bosque, a fuego.
A verde complemento.

Sobre las huellas del jaguar
anduvo mi infancia.
Arroyos cristalinos besaron mi alma.
Y así descubrí el amor,
mientras jugaba a ser mejor.

Pudo más tu canción que mi silencio,
y desde entonces voy con mi estrépito de sueños
contagiando cada universo.
Tu cuerpo que es remedio,
es también alimento.

Agradezco la fuerza de tu ternura,
el primer instante en tu llanura.
Tus mañanas de sol y de tormenta.
El arcoíris en la puerta,
la sonrisa de mi abuela.

Es en mí tu armonía natural,
salir por tus senderos,
es dirigirme a mis adentros.
Y aunque me aleje,
de ti no me desprendo.

A tu vientre acuden mis versos,
por mí pasa cuanto eres,
tierra húmeda, tierra fértil,
laguna del colibrí,
viento sin fin.

No te sorprendas si me quedo quieto,
si me convierto en bosque,
si soy de fuego.
Es que solo quiero,
ser tu complemento.

Pedro Ortiz