“A dónde el paraíso, sino en tus ojos.
A dónde la eternidad, sino en tus labios”
...Y quise hablar del amor,
de la esperanza, de un mundo mejor.
Pero tus manos se posaron en mi cara
y comprendí, guerrera,
que no te hacían falta mis armas,
mis palabras.
Honro el aquí y el ahora,
en el que tu boca se encuentra con mi boca,
susurré como quien ora.
Y el cielo estaba en tu espalda,
y para volar no precise de alas...