jueves, 4 de agosto de 2016

Tiempos Modernos

Para conquistar la montaña,
habría que ser amigo del agua.
Para posar las manos sobre la hierba,
antes hay que caminar sobre las primeras huellas.
Para escuchar la quena,
se debe compartir el silencio de la floresta.
Para descubrir el amor,
hacía falta respirar en Vichoy.

Húmeda la tierra, tiene olor a granadilla este poema.
Las manos de mi abuela aún me peinan,
y las manos de mi bisabuela aún siembran.

Nuestras semillas son eternas,
cada uno viaja con ellas.
Así lo enseñaron los ancestros,
y aquí nunca la comida faltó.
Por eso a Monsanto dijimos No.

Nos enfrentamos a nosotros mismos con el remedio,
lloramos y reímos al perder el miedo.
Luego vino el arte y la paz,
el taita Domingo pinta la vida y alivia con su aliento,
al amanecer el inga le canta al universo.

No hay conflicto con la muerte,
preparados estamos,
la chagra está sembrada
y la chicha fermentada.

Los sueños crecieron con el maíz,
se aliaron con los animales
y echaron raíces con los árboles,
un ave gigante los arrastró hacia el centro del valle,
fueron arcoíris y serpiente,
truenos en septiembre,
lluvia y río que crece,
bosque que florece.
Beso que envuelve,
magia y misterio,
viento en el tiempo.

No hay conflicto con la muerte,
preparados estamos,
la vida está sembrada
y la chicha fermentada.

De nuestro pecho, lo nuevo.
De nuestra sangre, la savia,
de nuestros huesos, las flautas.
De nuestras palabras el recuerdo,
y de nuestra lucha, el ejemplo.