sábado, 28 de mayo de 2016

Memoria inga y camëntsá



Es noche de luna en tus ojos;
atrás dejamos la casa,
y aún el calor de la hoguera
nos calienta los huesos.

Traes las manos repletas de semillas;
mis manos  son  de tierra
desde mi última caída.

Sobrevendrá la lluvia, no hay duda.
Todas las criaturas abandonan el camino
y se refugian en el misterio de su nido.

Mientras nosotros nos valemos del silencio cómplice
para dirigir las manos al cielo,
para mirarnos a los ojos sin sentir miedo,
para esperar que caiga el agua, con sabor a beso,
y fecunde al fin nuestro amor secreto.
Seremos así, al salir el Sol,
el bosque en la mirada del abuelo;
seremos la vida
que llevan en la sonrisa
los niños de nuestra Amerindia;
dispondremos de la medicina natural
para sanar el espíritu guerrero de nuestro pueblo ancestral.

Y de esta forma
—ya unidos,
 ya semillas, ya canción,
ya ritual, ya carnaval —
nuestro amor,
en el tiempo y en la memoria inga y camëntsá,
por muchas lunas          

                                 perdurará.


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