Quién sino él
me
regalaría un sombrero,
del
cual podía extraer un conejo
un
sol, una canción.
Quién
sino él
me
salvaría con loina,
cuando
era un niño perdido
que
coleccionaba abismos.
Quién
sino él
me
presentaría otros cielos,
con
tan solo la esencia
de
una hoja de selva.
Quién
sino él
me
llevaría por la tierra,
hasta
llegar a la poesía.
Impulsándome
a vivir,
dándome
motivos para escribir.
Quién
sino él
me
enseñaría un día a desaparecer,
cubriéndome
con un sayo,
amparándome
de la tormenta,
conjurando
un rayo.
A
quién sino a él
le
debo el volver
siempre
al verso,
a
la magia, al juego.
A
quién sino a él,
le dedico este
recuerdo.
Emociones encarnadas en la mente y el espíritu. Genial, llévanos con tu palabra a saborear la escensia de la olla y el fogón
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